Especial del BAF

AYMAMA EN CAFÉ VINILO.

2010, F. Pedernera

- “A las Aymama les hace falta ser más…”, y adjetivo suena como clave revelada a las jóvenes músicas que escuchan como en misa al cordobés baqueano, a quien entre otras virtudes se le atribuyen tareas de consultoría a la hora de tener que reconocer a los buenos elementos de la música popular. Lo ha hecho en presencia, además, de periodistas y músicos, circunstanciales testigos y contertulios.

El diálogo se produce hacia fines de enero de 2010, precisamente la noche que el trío acababa de entrar en la historia al haberse presentado sobre el escenario Atahualpa Yupanqui de la Plaza Próspero Molina, en el Cosquín del Bicentenario.

Y de aquella cálida madrugada coscoína a la gélida noche de la reciente presentación en el barrio porteño de Palermo, faltan 5 días para que hayan pasado exactamente seis meses…

A la hora anunciada, la austera sala del Café Vinilo se comienza a completar por partes. Primero se colma la planta baja, en torno de las mesas, y luego será el tiempo de las gradas y de las mesas de la planta alta, vecina a la cabina del operador de sonidos.

El promedio de edades de los concurrentes no llega a los 30 años. No obstante, tanta juventud se mixtura con asistentes “más vividos” que, si bien elevan la media, se contrarrestan con la presencia de varios niños cuyo destino ha comenzado a ser influido.

Entre tantos asistentes, hay uno que inquietaría hasta el más experimentado, sobre todo si se tiene en cuenta que ha sido el último director musical de Mercedes Sosa. Pero no será este el caso, porque Popi Spatocco es el director musical del disco que el trío comenzará a grabar en tan solo pocos días.

Sobre el escenario, piano, percusión y guitarra aguardan que las luces se atenúen para empezar a brillar.

Dieciséis minutos más tarde, la música ambiental intenta no sin esfuerzo disimular la tardanza. Pero el clima es distendido y hasta los niños aprovechan el permiso para distraer libremente su atención un rato más.

A esta altura de la velada, los vidrios entonan su canción de brindis y el rumor comienza a disminuir no bien se enciende la oscuridad en una penumbra carmesí, marco ideal para que Mora Martínez, Florencia Giammarche y Paula Suárez, el Trío Aymama, irrumpan desde la izquierda y tomen su ubicación sobre la escena.

La vestimenta que lucen prodiga un “efecto sepia” de anticipada posteridad.

Y a las veintiuna y veinticuatro, ¡se hace la música!

El comienzo elegido es “Adivina, Adivinador”, de María Elena Walsh, de sobrio y renovado arreglo, que antecede a la bienvenida formal que dará Mora, la rionegrina de Roca, a los presentes.

Luego llega “Sin señal de Adiós”, que evocará, melancólica, ese “dulce modo de no estar”.

Más tarde, “El sapo fierro” y “Juan Poquito”, para que adultos regresen en el tiempo y padres y niños crucen miradas cómplices porque “-¡las chicas están cantando las canciones que tenemos en el disco!”

Atrás quedan los nervios iniciales. El trío se suelta sobre el escenario. Y todo hace pensar que la primera parte, estará dedicada a la gran creadora de Ramos Mejía.

Y para ratificarlo suenan: “La paciencia, pobrecita”, creada en dupla con Oscar Alem; una osada y conmovedora versión de “Como la cigarra” y la bella “Zamba de los días”, también compuesta con Oscar Alem. Y como si esto hubiera sido poco, “La vaca estudiosa”, solo con voces y percusión, ponen el atinado broche a la primera mitad del show, con todos temas nuevos en el repertorio de las Aymama.

Han pasado veintiséis minutos de aquel primer acorde.

El intervalo se torna propicio para comer, tomar, charlar y comentar: -¿”Viste qué lindo que canta Mora?”, se escucha.

La cocina del lugar se ve sobrepasada ante la variedad de los pedidos, aún de los que se supone más frecuentes para un Café-Bar-Concert…

Y a las veintidós y diez, la sala vuelve a llenarse de música y comienzan a sonar las canciones más queridas y reconocidas por el público, ya que integran el multipremiado primer disco “Folklore Argentino”: “Andá y decile a tu mama” (Rubén Cruz y J. A. Moreno), “Reina Chosco (P. Suárez) con solo de piano en el interludio, y “Del que se va y no vuelve” (Félix Palorma), cueca cuyana, dedicada pero impaga.

Posteriormente, recrean “Sencillito y de alpargatas”, gato de Omar Moreno Palacios; “Carrero Cachapecero”, a capella y en guaraní; el estilo “El sueño” (F. Martino), que cantara Carlos Gardel; y la esperada “Mal das” (P. Suárez), precediendo a la despedida en tiempo de chaya, con el poema de Armando Tejada Gómez musicalizado por Gustavo Leguizamón: “Chaya de la albahaca”.

Ovación y bis: “Zonko querido” (Pepe Núñez-Juan Falú). Aplauso sostenido y último bis: “Por ahicito”, coplas norteñas (Mariana Carrizo), para que sobrevenga la ovación final y a las veintidós cuarenta y nueve se haya iniciado el recuerdo de otra noche memorable.

Hasta aquí la estricta crónica.

Y en cuanto a la valoración, es altamente positiva porque se advierte que los dúos suenan “a lo cuyano”, los instrumentos dialogan y se complementan amablemente, y cuando cantan las tres la sonoridad es asombrosa, efecto que saben dosificar para que quien las vea y escuche se vaya queriendo volver.

A fuerza de puro trabajo, talento y calidad el trío se consolida cada vez más, acierta en la elección del repertorio, disfruta sobre la escena y transmite ese deleite.

Acaso en camino a lograr lo que aquel cordobés -tan irreverente como sabio- les sugiriera medio año antes en la capital nacional del Folklore, hecho del cual quien esto firma fue testigo. Y hoy da fe.

Fernando Pedernera
Radio Nacional/ BAF

bafnacional@gmail.com
25 de julio de 2010

Escuche los domingos de 15 a 16 "El Aire de Aquí con los Herederos del Cuyum".
Conducen Mariel Kosacki y Fernando Pedernera por la FM 98.7 Radio Nacional Folklórica www.radionacional.com.ar
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