Especial del BAF: Kolla en la ciudad.




Presentación del disco de Bruno Arias en Buenos Aires.
Sábado 19 de mayo de 2012.Teatro ND Ateneo.
Por Fernando Pedernera

(19 de mayo de 2012. BAF-RNA) Quince minutos pasados de las 20 horas, la cola que sale del Nº 918 de la porteña calle Paraguay dobla in crescendo por la esquina de Suipacha.
En la puerta del teatro, se escucha clara la consigna: “-Por favor, con la entrada en la mano, una sola fila”. “-La Prensa hace la fila y se acredita cuando pase el público por el mostrador”·, añade.
Veinte minutos más tarde, la cola ocupa toda la vereda oeste de Suipacha y vuelve a girar pero sobre Marcelo T de Alvear.
Horas antes, desde las redes sociales se anuncia que no quedan entradas y hasta se anuncia un recital gratuito para el miércoles –sin hora ni lugar- “para los que se quedaron con las ganas”.
A las 20:43 la fila comienza a avanzar a buen ritmo pero a la hora del inicio el ingreso sigue siendo incesante. Vestimentas ornamentadas  por estolas, colgantes, remeras y banderas wiphalas preanuncian, además, una fiesta de colores.

Quienes siguen la trayectoria de Bruno Arias desde sus inicios en Buenos Aires, allá por 2003, cuando se gestaba el “Changuito volador” (2005) y celebraron su “Atierrizaje” (2007),  no pueden menos que emocionarse al comprobar la extraordinaria convocatoria del inquieto y talentoso músico jujeño de El Carmen. Un público plurietáreo ha acudido a la cita del “Kolla en la ciudad”.

Sobre el escenario, una bandera aguarda la salida del artista con el deseo de “Aguante Bruno”.
A las 21:07 la pantalla se llena con el rostro de Bruno sobre un sin fin de colores que se alterna para recortar su figura, acaso anticipando un gran despliegue audiovisual.

Ocho minutos más tarde, las palmas hacen sonar una ansiedad que prácticamente colma la sala. Veinticuatro minutos luego de la hora veintiuna, bajan las luces para que Atahualpa Yupanqui emerja luminoso y de inicio a la ceremonia preguntándose “¿Quién soy?”, respondiéndose: “un argentino, cantor de cosas olvidadas…”, y expresando su anhelo de ser “sólo un canto de amor y de paz que el viento lleva hacia un mundo de hermanos", para que el chaqueño coro toba Chela Alapi (Bandada de Zorzales) cante en lengua Qom las estrofas del Himno Nacional Argentino, haga poner de pie a todo el teatro y arranque las primeras lágrimas de una noche que promete más emociones. Primera ovación, de pie, de la noche. El director del Coro agradece y manifiesta: “luchamos desde hace más de cinco siglos para defender a nuestra gran Madre Tierra”. Se abre musicalmente la noche en lengua Qom, ante la agradecida sorpresa del público.

Con los músicos en escena un video trata de iniciar el show con imágenes del disco a presentarse. Y con la sala a media luz, por uno de los pasillos laterales, el desconcierto se trueca en aplausos cuando el jujeño, guitarra en manos, sube a escena y se planta “Kolla en la ciudad”, tal el nombre de la canción de Sergio Castro y Néstor Gea, que continúa el show y luego de la cual sobreviene el primer delirio de la multitud.
Le sigue “Quebrada de sol y de luna”, con el fondo de Ricardo Vilca, su autor, sobre la pantalla.
En su saludo formal a la concurrencia Bruno pide un renovado aplauso para el Coro Chela Alapi y prosigue con “Roncos suspiros del viento”, tal el nombre de la vidala que Santiago, un niño de 9 años, le susurra en el palco de prensa a su padre cuando escucha los primeros acordes. Es el mismo niño que enarbola un cartel hecho con sus propias manos que alienta: “Vamos Bruno” sobre un fondo wiphala, recreado con sus lápices de colores. Y que espera entregárselo cuando concluya el recital.

Las interpretaciones hasta ese momento son soberbias. Pero, por si hiciera falta, la chacarera “Changuito voz de urpila”, de Pachi Alderete, enciende aún más los ánimos y “Digo la Telesita”, de Marcelo Mitre, cierra el cuadro.

Bruno toma la palabra y evoca sus comienzos: “Hay que incentivar a los nuevos valores para que no les corten las piernas como me las cortaron a mí”. Y presenta a su comprovinciano Becho Riveiro, talento “sub 20”, de notables cualidades vocales. Cualquier similitud con la generosidad del otro jujeño famoso de El Carmen, Jorge Cafrune, no parece ser una coincidencia.

A medida que transcurre la velada, Bruno se suelta al punto de permitirse bromear: “-¿Querés que haga ‘la gran Cristian Castro’ de la Puna?”, le pregunta a una seguidora a la vez que se seca el sudor con una bandera que luego besa y devuelve.

La luz se atenúa y la voz del Kolla Mercado introduce “Jujeñito”, delicioso poema de Fortunato Ramos al que el santiagueño Mario Álvarez Quiroga convirtiera en taquirari con toda la añoranza posible, que el Ballet Municipal de La Quiaca se encarga de interpretar. Para el llanto nostálgico de los jujeños que se sienten volver al pago cuando “sienten cantar”: “ay, Jujuy, Jujuycito de mi alma”.

El escenario se ha vuelto el patio de la casa de Bruno que invita a su sobrina, Catalina, de 4 años, a subir al escenario y a cantar, con representantes de las bandas de sikuris que viven en Buenos Aires, “Jacha Malku” un himno que homenajea a la lucha de los pueblos originarios: “Cinco siglos resistiendo, cinco siglos de coraje manteniendo siempre la esencia…” Paralelamente, en el súper pullman, Lautaro, otro niño de 4 años, “a upa” de su mamá, canta las canciones a la par de los mayores. Y sobre el fondo de la escena, la pantalla grita: “El desmonte avanza, el agua se contamina” en momentos en que todos los presentes empuñan el canto: “¡se hace vida con el Sol y en la Pachamama florece!”

Prolegómeno indicado para la presentación “de un hermano que es ejemplo de lucha: el cacique Qom de Formosa, Félix Díaz”. El mismo al que las fuerzas represivas del gobernador Gildo Insfrán le matara a un compañero de la Comunidad La Primavera, cuando reclamaba la tierra que les pertenece.
Con la paz de quien se sabe con razón y verdad, Félix Díaz saluda en su lengua y sentencia: “-No podemos enfrentar el poder económico porque roban nuestras tierras, destrozan a nuestra madre (Pachamama) que es la esencia de la vida. Esta lucha no tiene precio. Pero tiene costo. El costo de la vida de los que murieron en la lucha”.
Y clama: “-Señores gobernantes: escuchen nuestra voz. No queremos guerra. Pero no queremos que se apropien de nuestras tierras”.

De nuevo en uso de la palabra, Bruno Arias expresa su solidaridad con el pueblo Mapuche. Recuerda a Matías Catrileo, aborigen de 22 años, asesinado por los carabineros chilenos en enero de 2008, para cuyo homenaje invita a la banda Che Joven, con Mario Oroza Coliqueo a la cabeza. Entonan “Nuestro mensaje”, de Oroza Coliqueo, y al finalizar, se abrazan emocionados delante del infortunado joven luchador que pareciera asistir a la escena desde la foto que lo evoca sobre la pantalla. “La música es una sola y no tiene fronteras”, concluye Bruno.

Suena “Rompiendo mi voz” y la banda suena a pleno.
Se invita a parejas de danza del público y canta “Chushchando sueños”, con mención y homenaje a Vitillo Ábalos, ausente esta noche, que lo acompañó en la grabación del disco y en varias presentaciones públicas. Sí suben al escenario Luciano Cañete y Hernán Bolletta, compañeros de Bruno Arias en El Bondi Cultural, proyecto colectivo parido en 2011.

La percusión anuncia “Caminantes” y el Balet Municipal de La Quiaca vuelve a ganar el proscenio, al que sube desde los pasillos. Y estalla la alegría que quedaba contenida porque Bruno vuelve a demostrar que lo suyo no es una pose ni una moda que el tiempo hará olvidar. Porque su arte es sólido, cimentado sobre el trabajo, el compromiso permanente y la conciencia del que piensa, solidario, en sus hermanos. Y obra en consecuencia.
“-Nosotros somos ustedes”, aclara como si hiciera falta.
Luego del aplauso casi interminable, suena como bis el tinku “Los Airampos”, desde el que sostiene: “-El trabajo del artista/ tiene que estar bien unido/ para mostrarle a su Pueblo/ cuál debe ser el camino”.

Ovación y presentación de músicos: Alex Chamorro, de Cuzco, Perú, y Juan Pablo Álvarez, en vientos; Becho Riveiro, de El Carmen, Jujuy, primera voz; Hernán Bolletta, de Miramar, Buenos Aires, 2ª voz, Bondi Cultural; Ramón Córdoba, voz, charango y guitarra; Agustín Flores Muñoz, bajo y Juan José Bravo, en batería y percusión, de destacados solos.
Baja el telón.
Apenas pasó una hora y media del inicio del concierto pero la energía despegada durante todo este tiempo hacen que se vuelva a confirmar la Teoría de la Relatividad de Einstein: dentro del teatro el tiempo ha pasado de un modo distinto que afuera. El público aplaude, corea la introducción de “Caminantes” y pide “una más” para dejar tranquilo al artista.

Sube el telón y aparece Bruno, solo con su guitarra, para recordar a sus tíos desaparecidos por la última dictadura cívico-militar y para rescatar la historia de una docente, Marina Vilte, del libro “Memorias del Apagón”, que recuerda la connivencia de las autoridades del Ingenio Ledesma, encabezadas por Carlos Pedro Blaquier, con el terrorismo de Estado.
“-¡Cárcel a los genocidas!”, reclama una voz entre el público.
Canta Bruno: “-Marina bajó al penal de Gorriti a desenterrar el carnaval… Marina de Purmamarca la de Huerta Grande, siembra militancia cosecha honestidad”… al diablo represivo lo vamos a enterrar”.

Y comienzan los agradecimientos: Patricio Giménez, del Dúo Salteño; Mónica Abraham, Roberto Calvo, Ángela Irene, el Kolla Mercado, Ricardo Vilca, Teresa Parodi, Mario Álvarez Quiroga y Melania Pérez.
“-A una mujer que me enseñó la humildad y a saber qué es ser solidario: Mercedes Sosa”, rememora.
“-Y a todos los que me mantuvieron en Buenos Aires. Por eso, el Bondi Cultural. Para ahorrarle (a los que lleguen a la gran ciudad) el paso de rebotar de un lado a otro”, explica, a la vez que anuncia el Bondi Cultural 2, que sumará entre otros -y otras- al santafecino del norte, César Ayala, presente en la sala.

Siguen  las gratitudes: A Eliseo Álvarez Prado “que me hizo conocer el mundo de los sikuris”; a Martín Villalonga, sonidista de León Gieco, por su permanente y generosa asistencia; y a todos los técnicos.

La música vuelve a apoderarse del recinto con el carnavalito de Justiniano Torres Aparicio “La vi por vez primera”. Y todos al escenario una vez más, ballet y público. Para que el final, que atropella desde los músicos y regresa desde el auditorio, lo vuelva “más inolvidable”, si es que cabe la expresión.

A las 23:36 se ha apagado el acorde final y se ha vuelto a encender la aclamación.

La pantalla de fondo continúa bajando línea: “No a la megaminería”, implora.

Bruno Arias lo ha dicho, lo ha cantado y lo ha sentido porque lo vive: “-Detrás de Nosotros estamos Ustedes”. Y, cuando sube al escenario, desde las butacas, “Ustedes” sentimos que somos “él”.

Fernando Pedernera,
BAF-RNA

Escuche los domingos de 15 a 16 El Aire de Aquí
con los Herederos del Cuyum. Conduce Fernando Pedernera
por la FM 98.7 Radio Nacional Folklórica
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