Se fue Horacio Castillo...
ADIÓS A HORACIO CASTILLO
Por Diego Vázquez Comisarenco
(Fotografía: Alexis Kanter)
“Choque en cadena” fue la noticia que nos amaneció a los argentinos. El televisor de mañana, la radio en el viaje, un sitio de Internet. Pasaron las horas y la triste noticia no tardó en llegar: el accidente de la madrugada de niebla y humo en la ruta Rosario – Santa Fe, se llevó para siempre los proyectos y sonidos que proponía el guitarrista misionero Horacio Castillo. Un desconocido masivo, pero un (re)conocido cada vez más fuertemente en el universo de la música popular argentina. El mismo que acompañó a Liliana Herrero, Teresa Parodi, Raúl Barboza, Coqui Ortiz, entre muchos otros. El mismo que compartió juntadas sublimes como “La Tríada” o “Matereré trío”. Ese mismo gran Horacio Castillo, partía para siempre.
“Lo que más quisiera es que se conociera la magnífica música de Horacio. La justicia que podemos hacer con él es difundir su música. Gran persona, gran músico. Todo país finalmente es injusto con sus artistas, pero esta vez fue injusto sin quererlo. La música del litoral se ha privado de una de las guitarras más bellas. Uno comprende poco esta situación, es una muerte estúpida y de alguien que tenía miles de composiciones bellísimas. Ojalá Teresa Parodi algún día le ponga letra a la Chamarra de los chivatos y me gustaría ser la voz que la cante. Recordaremos su bella música para siempre”, recordaba entre llantos Liliana Herrero. No era para menos. En el mismo tono, la futura encargada de ponerle letra a esa chamarra decía: “Yo le voy a poner letra. Se la escuché tocar junto a Matías Arriazu y me pareció una melodía genuina y de hermosa construcción sólida. En el primer momento me pareció mucho pedirle que me dejara ponerle letra. Horacio tenía una virtud muy marcada: hacer melodías hermosas”, expresa Teresa Parodi y rememora: “cuando se comparte el escenario y el alma de la vida que es la música, cuando se la vive igualmente hasta el punto de conmoverse y se comparte eso se conoce al otro. Con Horacio teníamos una mirada y una complicidad el uno al otro en el escenario. Sabía quien era y lo admiraba. Tremendo instrumentista, tremendo compositor. Encontré un compañero, un ser extraordinario para compartir la música popular. Me conmoví mucho cantando una vez Primera Soledad, de Armando Tejada Gómez y Hugo Figueroa. Recuerdo que me llevó a una cuerda inolvidable, fue un momento tremendamente hermoso. Extraño su maravilla. Estoy muy triste. Uno siente rebeldía, injusticia. Más allá de a tristeza, uno no comprende. Me da mucha pena y bronca por nuestra música. Era mucho ya lo que venía dando y lo que venía a dar. No fue reconocido como se merece. Fue una pena que no haya sido conocido masivamente. El pueblo argentino se merece escuchar a estos músicos. No va a tener más que unas líneas muy chiquitas en los diarios”
Nacido en Posadas, Horacio en los últimos tiempos, viajó con su guitarra por Francia y recorrió gran parte de la República Argentina, llevando los sonidos de la música del litoral y otras regiones. “Es rarísimo. Parece que no pasó. Era un músico tremendo, los que lo vivimos y lo compartimos, lo vimos crecer todo el tiempo. Un tipo lleno de proyectos, de generar situaciones nuevas, sin especulaciones artísticas. Iba a venir al Chaco a terminar el disco que hicimos con Aledo Luis Meloni. Horacio dirigía los arreglos y venía con alegría por tocar con los muchachos. Tenía alegría cotidiana de tener la guitarra en la mano. Me escribía desde Francia y seguía pensando en arreglos. Era un tipo sencillo, con todo el tiempo del mundo, hinchando las pelotas con sus amigos. Mañana teníamos un fútbol y guitarreada con amigos. Era una síntesis de la guitarra del litoral, especialmente en este género marca un punto en la historia. Es una pena que suceda esto porque nos quedamos sin una escuela. Sabía a la perfección el lenguaje popular”, lo recordaba su amigo Coqui Ortiz, desde Resistencia, ciudad a la que tendría que haber llegado el micro Plaza accidentado en Santa Fe. Coqui lo fue a esperar a la terminal y pronto sus amigos le darían la noticia.
Proyectos, proyectos y más proyectos. Muchos de ellos se iban concretando en el camino, en las juntadas guitarreras, con noches litoral y otros caminos del país. Afortunadamente tengo el recuerdo pleno de verlo tocar con Coqui Ortiz (guitarra y voz) y Julio Ramírez (bandoneón y acordeón) en la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, disco que salió editado como “Raras partituras” a través de EPSA Music. Tengo el grato recuerdo de sus charlas misioneras, pausadas y con mucho afecto. No olvidaré jamás el sonido de Matereré Trío, que formaba junto a Mauricio Bernal (marimba) y Cacho Bernal (Percusión), y del cual quedó un disco hermosísimo que defenderán los Bernal. Al respecto, Cacho recuerda: “es difícil aceptar la condición lógica de la vida que termina en cualquier momento. Vivió sus últimos ocho meses a pleno y lleno de cosas. Estuvimos el miércoles pasado en Buenos Aires y grabamos un programa para el Canal Encuentro. Esa fue la última vez que estuvimos todos juntos. Grabó en Francia un disco más solo que no llegó a editar. Fue intachable a todo nivel. Fue mi hermano menor. Era un tipo talentoso como guitarrista y compositor. Gente como la que no abunda”.
El martes por la noche, los amigos músicos de la Universidad Nacional de Santa Fe, lo despedían en la explanada de la universidad. Luego de madrugada, lo trasladaban hasta Misiones y en la ciudad de Garupá, descansará para siempre, el querido Horacio Castillo.
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