UNA NOVENA LUNA QUE FUERON DOS: LA DE SANTA FE Y LA DEL RESTO.


Fernando PEDERNERA
Radio Nacional Bs. As.

(Cosquín, Córdoba, 01/02/2009 – RNA) Si bien la velada se inició con un bonaerense de Monte Grande, el superlativo guitarrista y compositor Luis Salinas que, pese a tener dificultades con el sonido, ofreció una atracción consagratoria, y permitió el exquisito canto del trío femenino Aymama, toda la primera parte de la penúltima luna fue para la tierra de Ariel Ramírez.

Porque se llenó de frescura con Mariel Trimaglio y su propuesta de “pop folklórico”, se puso las galas para admirar a la delegación provincial de Santa Fe, se enorgulleció con la presentación del charanguista Alejandro Varela –ganador del certamen Nuevos Valores 2009 Sede Pergamino, pero oriundo de Villa Cañás- y se dejó arrasar por el “huracán de Arequito”, Soledad Pastorutti.

Y luego del éxodo que se produjo en la plaza Próspero Molina luego de la actuación de la Sole, se creó el clima de intimidad, acaso necesario, para que pudieran mostrar todo su arte Elpidio Herrera y sus Sacha Guitarras, Alfredo Ábalos y la Chacarerata Santiagueña en su Patio Santiagueño; el cuyano de Mendoza, Pocho Sosa, el ascendente santiagueño Motta Luna y el notable Rubén Patagonia, que se volvió a consagrar en el corazón de los asistentes a la última noche, que hasta cantaron en lengua Mapuche.

Vayamos en orden. La velada se inició con la destreza de Luis Salinas y su banda que se lucieron con una selección de zambas al inicio, brillaron con “Al Jardín de la República” (V. Carmona), emocionaron con “Mujer y Amiga (R. Figueroa Reyes) con el buen gusto de un Luis Salinas cantor, y se despidieron con “El Alero” (Hnos. Ábalos) y “El Antigal” (A. Petrocelli-H. Díaz). La ovación motivó una nueva interpretación y encendieron a la plaza con una selección de chacareras que concluyó con la fuerza de “La Pesada” (L. Salinas).

Con una Próspero Molina en “proceso de llenado”, cantó la bella Mariel Trimaglio, que arrancó con una imponente versión de “Campo Afuera” (C. Di Fulvio) y sus éxitos “Suspiros”, “Tan cerca, tan lejos” y “Chamamecera”.

Una gratísima sorpresa fue apreciar el tributo a la cultura santafesina que regaló sobre el escenario Atahualpa Yupanqui la Delegación de la Provincia de Santa Fe. En un cuadro dirigido musicalmente por Jorge Fandermole, que iba siendo hilado por la voz grabada que hacía recordar a Quique Pesoa, se escucharon: la litoraleña “A San Javier” (J. Miño-E, Más) por Patricia Gómez y María Elena Sosa; la huella “Por el sur” (Remo Pignoni-Armando Tejada Gómez) por Diego Petrelli y Oscar Mazzia; “El Paraná en una Zamba” (A. Ramírez-J. Dávalos) en versión de Luis Baetti, Nilda Godoy y Gisel Sandoba; el gato “Ay si no” (Chacho Müller) por Miriam Cubelos y Guillermo Ibáñez; y el cierre para la posteridad con “Santafesino de Veras” (A. Ramírez-M. Brascó) por Carlos Pino y Natalia Pérez.

Fue en ese momento que comenzaron los cambios, ya que el padre de Soledad Pastorutti consideró que la plaza no estaba lo suficientemente repleta para que se presentara Soledad y tuvieron que presentarse antes de tiempo Leonel y Mateo, que dejaron “Corazón de Camionero”, “25 rosas” y Malagueña.

Después llegó la dulzura de Mora Martínez, Florencia Giammarche y Paula Suárez, el trío Aymama, que encendieron a la plaza con “Soncko Querido” (Pepe Núñez-Juan Falú) y se animaron, sobre un escenario bien festivalero, a apelar a la sensibilidad de la concurrencia con su muy buena versión de “Canto al Río Uruguay” (R. Ayala). Para el cierre, lograron callar a toda la plaza que recibió de muy buen gusto la creación de la pianista Paula Suárez “Mal Das”. Quienes disfrutan de la buena música se quedaron con ganas de seguir escuchándolas, pero la plaza se estaba colmando por el número siguiente.

Y llegó el momento más esperado por los espectadores y el cierre para la “luna santafesina”: la presentación de Soledad. La carismática cantora de Arequito volvió a demostrar un admirable manejo sobre el escenario y sobre el público que deliró ante sus vertiginosas interpretaciones, que significaron un recorrido por toda la discografía de esta diminuta -aunque a la vez gigante- representante de la provincia de Santa Fe.

Con una plaza que empezaba a desagotarse, subieron a escena Elpidio Herrera y sus Sacha Guitarras, el siempre vigente Alfredo Ábalos y La Chacarerata Santiagueña, que armaron su Patio Santiagueño para que la gente pudiera cantar y bailar con la “Chacarera de mis pagos” (J. A. Jerez), “Atamisqui o Salavina” (E. Herrera-C. Carabajal), “Chacarera del violín” (J. Zírpolo-Hnos. Simón), “Corazón atamisqueño” (Leo Dan); “La doble sentenciosa” (O. Valles-A. Ábalos); “La del Shalako” (S. Pérez- J. C. Gramajo); y “Lo lamento por la baldosa” (G. Gómez). Pero la fiesta no fue completa hasta que Todos interpretaron “Entre a mi pago sin golpear” (C. Carabajal-P. Trullenque) y el himno “Añoranzas” (J. A. Jerez). Y, a instancias del público, el cierre con la “Chacarera del Rancho” (Hnos. Ábalos).

Luego de ello, los asistentes a la penúltima luna se solazaron con el cuidado repertorio del mendocino Pocho Sosa, acompañado por Freddy Vidal en primera guitarra, Sebastián Narváez, en segunda guitarra, y Eduardo Ordóñez, en percusión. Los evidentes inconvenientes de sonido no impidieron que el cuyano hiciera pata ancha sobre el escenario Atahualpa Yupanqui y desplegara su racimo de canciones: las tonadas “del Otoño” (D. Sánchez-J. Sosa) y “Los duendes del vino” (J. Sosa-P. Sosa), la “Cueca del vino nuevo” (E. Troncozo) y el “Caluyo del desierto”, joyita de la necesaria cantautora e investigadora mendocina Sandra Amaya.

Nuevamente Santiago del Estero se subió al escenario con Motta Luna, que interpretó “Siete Coplas para la Telesita” y gustó al público con una selección de medias chacareras, encabezadas por su célebre “Sufrida Tierra”.

Y cuando la frescura se la noche pretendía intimar con los asistentes, el calor se apoderó de la plaza con la monumental presencia del chubutense de Comodoro Rivadavia, Rubén Patagonia, que tendió un sólido puente afectivo con su público y volvió a defender sus raíces ancestrales enarbolando la bandera de los pueblos originarios.

El músico patagónico se prodigó en loncomeos y kaanis y hasta se dio el lujo que invitar a tocar con su grupo a Claudio Marciello, guitarrista de la banda de rock Almafuerte, que acepto subir al escenario con la condición de que le dejaran tocar con una guitarra de cuerdas de nylon, en contraposición con “tantos músicos de folklore que utilizan guitarras roqueras”.

Rubén Patagonia entregó su corazón con “El abuelo y el Pehuén” (Jeremías Chauque- Fabián Vejar); “Aoni Kenk” (Hugo Jiménez Agüero); “Cacique Yatel” (H. Jiménez Agüero, y “Yapai Peñí” (L. Rosales), donde hizo cantar en Mapuche a la concurrencia. Y como si esta consagración popular necesitara de algún condimento más, terminó de elevar a la plaza con “Chaltén”, en un tácito desafío a esos racionales que no pueden percibir el corazón de un artista y se atreven a decir que “hubo sobreactuación”.

Se fue la luna que fueron dos. La novena le abrió las puertas a la número diez, “la noche de los adioses”, que marcará el cierre formal de esta 49ª edición del Festival Nacional de Folklore Cosquín 2009.

Y la Radio Pública estará para contarlo…

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